lunes, 23 de febrero de 2015

El P.Guillermo nos visita





“Restablecer la harmonía entre las diferentes corrientes eclesiales 
es mi prioridad

El 21 de diciembre de 2014 ha sido ordenado como nuevo obispo de Ciudad del Este, Paraguay, el P. Guillermo Steckling, OMI. Fue una decisión de emergencia, pues su predecesor no había dimitido por límite de edad, sino que el papa Francisco en persona lo había "dimitido".


¿Quién es este hombre?


El P. Guillermo es un Misionero Oblato de María Inmaculada alemán. Apenas ordenado sacerdote, fue destinado al Chaco, donde se sumó a la labor misionera de otros Oblatos que trabajan entre los indígenas guaraníes y nivaclés. Joven aún fue nombrado Superior provincial y luego, elegido Asistente general de su congregación. Por eso pasó a residir en Roma, donde estuvo 18 años seguidos: 6 como Asistente general y 12 como Superior general. Lógicamente tiene una visión bastante amplia de la Iglesia universal, pues tuvo que viajar por los cinco continentes visitando a sus hermanos los Misioneros Oblatos. Al terminar su mandato realizó su íntimo deseo de silenciarse como simple religioso en su antigua misión. Desde hacía 4 años ejercía calladamente su labor en Asunción como formador en  el escolasticado o seminario mayor  de los Oblatos. Sus superiores estaban pensando confiarle también otros jóvenes Oblatos formandos de los países hispanoamericanos, cuando le sorprendió esta inesperada responsabilidad.
Recién ordenado obispo, el Papa le llamó a Roma (“te sientes con él como con un verdadero hermano”, comenta) y aprovechamos la coincidencia para entrevistarlo.

¿Cómo te ha caído este nombramiento?

Ha sido para mí una gran sorpresa. Nunca se hablaba de mí ni yo pensaba en eso. Después de mis 18 años en Roma, en 2010 volví a ese país donde también había estado anteriormente 18 años. Después de cuatro años en el ministerio de la formación de futuros sacerdotes y misioneros Oblatos de María Inmaculada, me pidieron ser Obispo de la Ciudad del Este, donde no hay Oblatos.

¿En qué circunstancias fuiste nombrado?

La diócesis había pasado por una situación  un poco especial por lo que el mismo Papa pidió a mi predecesor que dejase este lugar y se buscaba un nuevo obispo. Creo que se pensaba que sería mejor que fuera alguien totalmente ajeno a la situación. Yo no había estado en Paraguay durante los años más críticos, me hallaba en Roma, y además soy extranjero, de nacionalidad alemana. Así me eligieron para ser obispo de esa diócesis, que es la segunda o tercera en tamaño en ese País y esa ciudad es el pulmón económico del Paraguay. Me cayó de sorpresa. Lo acepté con espíritu de fe, porque yo creo que no tenemos derecho de privatizarnos, o, como dicen otros, de apoltronarnos, y no poner las experiencias vividas y las capacidades que podamos tener al servicio del Señor cuando él nos llama.

¿Qué desafíos pastorales encuentras?

Es una diócesis situada en una triple frontera: Brasil, Argentina, Paraguay. Tiene muchísima vitalidad (recalca con énfasis). Además es extensa: unos 30.000 km2. Y precisamente, debido a esa vitalidad, como alguien me dijo, aquí, más que animar, hay que moderar, porque hay mucha vida. Hay que canalizar toda esta energía religiosa. Un ejemplo, se ha comenzado con la adoración eucarística permanente (las 24 horas), y ya hay diez lugares donde se practica. Otro ejemplo de esta vitalidad son los movimientos eclesiales: Legión de María, Movimiento Familiar Cristiano, Cursillos de Cristiandad, Parejas Guía y muchos más, y todos ellos con numerosos miembros. Hay que coordinar todo eso. Otra realidad que requiere atención especial son las llamadas Comunidades de Retiro, son 56 grupos de laicos que se dedican a predicar retiros de estilo carismático los fines de semana, y eso irradia en todo el País. Evidentemente, toda esta “movida” exige cercanía y algo de estructura. Ese es uno de los desafíos pastorales.
Lo bueno es que, a través de todo eso mucha gente se encuentra con Cristo por primera vez en su vida y esto es positivo, se despierta una vida de fe. Pero no sólo hay que acompañar los retiros mismos, sino acompañar también a esa gente que, en su itinerario de fe, ahora quiere formar parte de la Iglesia. Este es uno de los grandes desafíos pastorales que veo.

No será el único...

El otro es la gran extensión de la diócesis: en una dirección hay que recorrer 330 km. y en la otra 200, a lo largo de la frontera, al lado del río Paraná. En esa zona fronteriza hay un poco de todo. Empresas extranjeras han comprado grandes extensiones de tierra para plantar soja. La selva o el monte, como decimos allá, en gran parte ha desaparecido y se implanta el monocultivo con los agrotóxicos. Es un problema.
Esta zona fronteriza se ha convertido además en un corredor para la droga y la producción de marihuana. Esto genera un componente de criminalidad que amenaza a la gente sencilla, trabajadora, en las ciudades y también entre los campesinos. He ahí otro gran desafío social y pastoral, al que hay que hacer frente en una extensa zona rural.

Además de los desafíos, habrá algún factor positivo.

Uno muy positivo es responder a los jóvenes que quieren ser sacerdotes. Una de las cosas buenas que ha hecho mi antecesor es haberse dedicado a la pastoral vocacional. Ha creado su propio seminario, que cuenta en este momento con 80 seminaristas mayores, es decir, estudiantes de filosofía y teología. También hay un nutrido seminario menor. Hay además otro grupo de unos 80 seminaristas en diferentes comunidades religiosas. Se trata de institutos de vida consagrada recientemente fundados. He aquí otro desafío: encauzar bien su formación y acompañarles en el discernimiento de su vocación para que lleguen a ser sacerdotes sabios y santos, como siempre se dice.
Y para terminar con los desafíos, podríamos decir que también son un reto esas nuevas comunidades que se han fundado en la diócesis. Aún no sé el número exacto, dado que sólo llevo unas semanas de obispo; pero calculo que son por lo menos 15 nuevas comunidades. Algunas son contemplativas, otras quieren vivir la pobreza radical conforme al estilo de los orígenes del franciscanismo. Hay varios  grupos a los que les encanta la liturgia antigua, en latín lógicamente, visten el hábito… Son gente joven que quieren consagrarse a Dios. Algunos grupos están bien organizados y bien dirigidos por sus superiores o fundadores. En otros casos necesitan una mano para que los inicios sean lo mejor posible para todos los involucrados. Este fenómeno es característico de esta diócesis, no se da en otras partes de Paraguay. Tal vez en el vecino Brasil se encuentran situaciones parecidas.

Prioridad del nuevo Obispo, ¿la unidad?

Mi prioridad es simplemente que trabajemos juntos, es decir, encontrar un camino sinodal. Hay que organizar el Consejo Presbiteral, órgano básico y necesario. Al comenzar un nuevo Obispo, se renueva este Consejo. Urge sobre todo organizar un buen Consejo Pastoral. Todos juntos, involucrando a todos esos grupos, canalizando toda esa riqueza y vitalidad, hacer un nuevo plan pastoral para definir juntos las prioridades de evangelización, que van a ser  siempre las mismas: evangelizar a los pobres, a los más necesitados, a los que no se acercan. También hay que establecer la harmonía, la mutua comprensión, el respeto recíproco entre las diferentes corrientes  de la Iglesia. Si todos somos católicos, todos tenemos cabida en la nave de Pedro. Esta toma de conciencia es muy importante para mí. Lograr la harmonía entre las diversas corrientes eclesiales es mi prioridad.

Esta situación habrá creado tensiones en la diócesis…

Evidentemente había tensiones. Las hay en todo cambio, siempre hay gente a favor y gente en contra, en un lado y en el otro. Agradezco a mi predecesor que haya dicho en público, con todas sus reservas y actitudes críticas, que hay que obedecer al Papa  y también al Obispo, no importa quién sea. Esta es una actitud noble por su parte.
Además, en estas pocas semanas que llevo, me ha visitado gente de todos los grupos. Se podría decir que tienen ideas pastorales o espirituales muy diferentes; pero todos se han acercado, se han presentado, y quieren vivir en comunión con la diócesis. Esto es una buena señal, y se debe en gran parte a Mons. Ricardo Valenzuela, que estuvo unos meses tras el cambio y la visita canónica, como administrador apostólico con pleno derecho, y preparó el cambio.

Hemos hablado de una Iglesia particular. Pero ¿cuál sería tu visión global de la Iglesia en Paraguay?

El Paraguay es un país no muy grande en la gran dimensión de América Latina. Tiene unos 400.000 kilómetros cuadrados (algo menor que España), pero cuenta sólo con 6 millones de habitantes. Sin embargo es un país muy especial, con una personalidad muy propia.  Hay una unidad cultural de un extremo al otro. Existen grupos diversos: los indígenas creo que son unas 17 etnias distintas; pero son minoritarios. Hay inmigrantes; pero el país se caracteriza por un idioma propio, el guaraní. Se habla el castellano; pero el guaraní es el idioma que se habla en familia. Existe una unidad nacional muy fuerte: música local, cocina nacional, literatura… No olvidemos a Augusto Roa Bastos (1917-2005), Premio Cervantes 1989.
Dentro de este contexto está la Iglesia. Para caracterizarla, habría que remitirse a las Reducciones, tanto de los Jesuitas como de los Franciscanos. En gran parte la espiritualidad de la gente es franciscana. Existe mucho fervor y una marcada devoción mariana. El santuario nacional es el de la Virgen de Caacupé. Se calcula que el 40% del pueblo de Dios acude cada año en peregrinación a ese santuario. Es una Iglesia de fe, de devoción, de fidelidad a la Iglesia Católica. El 90% son católicos y podemos decir que las otras denominaciones cristianas o sectas no han ganado muchos adeptos, como sucede en otros países vecinos.  Después de muchos años de dictadura, la Iglesia ahora es libre. En estos 15 años está encontrando su camino en esta nueva situación. Yo pienso que ella está haciendo también un buen acompañamiento socio-político, teniendo una mirada crítica y al mismo tiempo leal. Esperamos que no se introduzcan en Paraguay  ciertas posiciones  que se han implantado en otros países, como son legalizar el aborto, cuestionar el matrimonio como unión entre hombre-mujer… Esperamos que nuestro País pueda verse libre de esto.El gran desafío socio-político va a ser la redistribución de la riqueza y la reforma agraria. Es uno de los países  con mayor desigualdad en todo el continente y en el mundo. Pero con la espiritualidad que existe, franciscana y mariana, como he dicho, creo que la Iglesia tendrá fuerza para seguir adelante.

Con algunos miembros de la comunidad del Escolasticado Internacional de Roma, después de la Misa 

Ver ordenación de Mons. Steckling:
Una homilía del P. Guillermo sobre S. Eugenio de Mazenod, patrono y protector de las familias en dificultad:

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