El anuncio de la visita
pastoral del Papa a Corea ha entusiasmado a los pobres de la Casa de Ana, fundada
y dirigida por un Oblato, el P. Vicenzo
Bordo. “La noticia ha hecho felices a nuestros pobres”, afirma en una
entrevista que le hicieron en Radio Vaticano (11.03.2014).
Yo visité ese centro
caritativo, junto con el Provincial de Italia, el P. Angelo Daddio, en 1995. El P. Bordo nos dijo
que la manera más discreta y eficaz de conocer esa obra era ir a servir las
comidas. La Casa de Ana estaba en sus comienzos. El obispo de Swon nos decía: “Han
tenido que venir los misioneros a Corea para hacernos caer en la cuenta que también
en Corea hay pobres”. En aquel momento los cuatro oblatos presentes eran todos
italianos. Uno se ocupaba de los inmigrantes asiáticos, otro de un centro de personas
ciegas, otro de deficientes psíquicos y el P. Bordo se arriesgó a abrir la Casa
de Ana, que toma el nombre de Ana, esposa de Joaquín, una pareja de recién bautizados.
Abrieron un comedor para pobres, al que acudían a diario varias decenas de hombres
jubilados, dignamente vestidos, pero sin ningún recurso económico, pues cuando
dejaban de trabajar, no tenía pensión alguna. Ana era la cocinera y el factótum
de la casa. Un grupo de voluntarios, estudiantes universitarios, iban a
diario para hacer servir las comidas y fregar los platos. ¿Recursos para sostener esa obra? La divina Providencia.
Era una obra pionera en Seúl. Hoy la Casa de Ana acoge a diario entre 500 y 600
personas sin techo: niños de la calle, ancianos… Se halla en Song-nam, en la
periferia de Seúl, y es el centro de Caritas más importante del país. Los
pobres de la Casa de Ana, al conocer la noticia del viaje del Papa, decían entusiasmados:
“¡Entonces vendrá a visitarnos!” Conociendo el amor preferencial del Papa por
los pobres, todo es posible.
ASIA/COREA
DEL SUR
En
misión entre los pobres y marginados, en las “periferias existenciales” de
Suwon
Suwon
(Agencia Fides) – Un Misionero de los Oblatos de María Inmaculada trabaja sin
descanso “ en los suburbios reales y existenciales de una ciudad tan rica como
Suwon”; se trata del italiano padre Vincenzo
Bordo, OMI, quien hace 21 años fundó “la Casa de Ana” centro de acogida
para “la nueva pobreza”. El Centro ayuda a las personas que viven solas, a los
niños abandonados, a los hombres sin hogar, a los niños de la calle, desempleados.
El p. Bordo recuerda a la Agencia Fides cuál es “el desafío de la misión en una
sociedad secularizada, en un mundo rico y en una iglesia donde no faltan los
sacerdotes”. El punto es que esta sociedad, “no veía a los nuevos pobres. La
gente decía, en Corea no hay vagabundos. La misma comunidad eclesial no
entendía y no sabía qué hacer”. De ahí la necesidad de revitalizar la pastoral
social en una gran ciudad, a partir de los suburbios. En más de 20 años, el
Centro, construido en los terrenos de la diócesis, ha crecido hasta convertirse
en una organización sin fines de lucro, reconocida por Cáritas y por el Gobierno
de Corea, con un proyecto bien organizado. “Cada día 500 personas sin hogar
reciben la cena y se duchan. También tenemos un dormitorio. Ofrecemos
asistencia social, psicológica y médica. El objetivo es re-inserir a las
personas en el tejido social. Hemos creado un laboratorio de formación, donde
se hacen bolsos de forma artesanal”.
En los suburbios, continúa, “hemos encontrado a los niños de la calle, que huyeron de sus familias. Así que hemos creado para ellos tres estructuras específicas. En la primera son acogidos durante unos 9 meses, en donde se trata de comprender sus problemas. En este periodo se entabla contacto con los padres para conocer la realidad de la familia a menudo desfavorecida y difícil. En ese momento, para los niños, hay tres caminos: o bien volver a sus familias, o ir a nuestra casa de acogida para estudiar, o se trasladan a otro hogar de acogida para entrar en el mundo del trabajo”.
En los suburbios, continúa, “hemos encontrado a los niños de la calle, que huyeron de sus familias. Así que hemos creado para ellos tres estructuras específicas. En la primera son acogidos durante unos 9 meses, en donde se trata de comprender sus problemas. En este periodo se entabla contacto con los padres para conocer la realidad de la familia a menudo desfavorecida y difícil. En ese momento, para los niños, hay tres caminos: o bien volver a sus familias, o ir a nuestra casa de acogida para estudiar, o se trasladan a otro hogar de acogida para entrar en el mundo del trabajo”.
El p. Bordo
explica: “El nuestro es un testimonio de fe y de amor, es una obra de evangelización
que se basa principalmente en los laicos. Tenemos 25 empleados laicos y voluntarios.
La Casa Ana cuesta 1.300 euros al
día y funciona desde hace 20 años gracias a las limosnas. Nunca ha faltado de
nada: la Providencia nos ayuda”. “Hoy al oír al Papa que nos invita a ir a las
periferias existenciales me consuela y me da un gran impulso y energía para el
futuro”, concluye el padre Bordo. (PA) (Agencia Fides 3/10/2013)
La comunidad oblata en Corea ha crecido
y se ha internazcionalizado.
Hay también Oblatos coreanos.
Entre ellos, Ok Ki Kim,
Simeón para entendernos,
que se halla en el Escolasticado de Roma,
estudiando treología.
En una celebración litúrgica durante los Ejercicios Espirituales del Escolasticado Internacional, Roma
Siguen fotos de los OMI en Corea
La comunidad oblata en Corea. El P. Bordo, el 1º por la izquierda
Ordenación savcerdotal de Samuel OMI
La comunidad oblata en Corea. El P. Bordo, el 1º por la izquierda
Ordenación savcerdotal de Samuel OMI
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