viernes, 4 de octubre de 2013

Los Oblatos y la Patrona de las Misiones




El 14 de diciembre de 1927 Pío XI, el Papa de las Misiones,  proclamó a Santa Teresa del Niño Jesús Patrona de las Misiones, como San Francisco Javier, aunque ella nunca salió del convento de Lisieux.
¿Quién promovió ese Patronazgo? Los Oblatos tienen el honor de ser los pioneros. El P. Fabio Ciardi o.m.i. lo recordaba en su blog http://fabiociardi.blogspot.it/  el 1º de octubre, fiesta de esta pequeña grande Santa Carmelita. De ahí plagiamos la información que va más abajo. 
La Patrona de las Misiones, ya en vida, dejaba entrever su inquietud misionera: anhelaba ir a China para evangelizar aquel inmenso país, y se carteaba con misioneros de lejanas tierras, entre otros, con algún Oblato del Polo.




Más tarde, una vez canonizada, otro Oblato, obispo misionero, paisano suyo, el Siervo de Dios Pièrre Fallaize, al perder la vista en el país de la eternas nieves, regresó a su diócesis de origen y durante 40 años prestó sus servicios de confesor y director espiritual en la basílica de la Santa en Liseux y en el Carmelo donde sus restos mortales esperan la resurrección de los justos. ¿Quieres saber más sobre el tema?  Sigue leyendo…





Mons. Arsenio Turquetil, o.m.i.

El P. Arsenio Turquetil, joven seminarista normando, se entusiasma con las misiones de los esquimales, se hace Oblato y, con 24 años, en 1900, se embarca rumbo a Canadá para ir al encuentro de los “inuits”, como se les denomina actualmente. Los Oblatos habían conseguido entrar en contacto con ellos, pero su evangelización era poco menos que imposible. Se hace insoportable la soledad en aquel desierto de nieve, cunde el pesimismo y se retiran.
Cuando se creó el vicariato apostólico de Keewatin (4 de marzo de 1910), el Siervo de Dios Ovidio Charlebois o.m.i., primer vicario apostólico,  pidió al P. Turquetil que intentara de nuevo la evangelización de los esquimales fundando una misión en Chesterfield Inlet, en pleno territorio esquimal.
 Llega allí con otros dos misioneros, en agosto de 1912. Viven un año entero en la más absoluta soledad en aquel desierto de hielo y nieve, sin comunicación alguna con el resto del mundo. Se esfuerzan en aprender la lengua esquimal sin gramática ni diccionario, sólo de oídas. Los inuits, al oírlos, se burlan de ellos. En noviembre de 1913 les sorprende la trágica noticia de que no lejos de allí habían sido asesinados dos Oblatos, los padres Rouvière y Le Roux. Mons. Charlebois decide suprimir aquella misión estéril, que parecía no tener futuro.
Los misioneros, por entonces, podían recibir el correo una vez al año. Esta vez llega desde Lisieux un paquete que contiene una pequeña biografía de sor Teresa del Niño Jesús y un sobre con polvo recogido de su ataúd al ser exhumados su restos mortales. ¡Una Santa de su Normandía natal que había prometido ayudar a los misioneros! ¿Cumplirá su promesa? El padre Turquetil le dice al hermano Girard: “Mañana, cuando los esquimales acudan para escuchar el gramófono, yo les daré una catequesis como Dios manda. Mientras yo hablo, tu invocarás a Teresita y con disimulo esparcirás el polvo de la carta sobre las cabezas de mis oyentes”.  Al día siguiente, la gran sorpresa: el brujo de Chesterfield, el peor enemigo de la misión, pide el bautismo y añade convencido: “Vendré aquí todos los días, haré cuanto me digas, porque no quiero ir al infierno”.  Su conversión arrastró a muchos esquimales a prepararse para el bautismo.



El Siervo de Dios Ovidio Charlebois, o.m.i.

En 1923 Mons. Ovidio Charlebois, que pocos años antes había pensado suprimir la misión, al visitar Chesterfield, decide erigir dos estaciones misioneras más. En Pointe-aux-Esquimeaux (Punta de los Esquimales) se construirá la primera iglesia en honor de la Beata Teresa del Niño Jesús.
El 15 de julio de 1925 el P. Arsenio Turquetil fue nombrado primer prefecto apostólico de la Bahía de Hudson. Esa nueva circunscripción misionera se puso bajo el patrocinio de la nueva Santa, a ella, a quien le gustaba tanto la nieve y había prometido pasar su cielo haciendo bien en la tierra. Su imagen colocada en la capilla será el punto de atracción de los esquimales.
Mons. Turquetil inaugura después en Chesterfield el hospital de “Santa Teresita”, el primer hospital del Polo Norte.
El desarrollo del cristianismo en aquella zona sorprende tanto a la Congregación de Propaganda Fide, que en julio de 1931 eleva la misión al rango de vicariato apostólico y es ordenado obispo Mons. Arsenio Turquetil.
En mayo de 1925, mes de la canonización de “la Santa más grande de los tiempos modernos”, Mons. Ovidio Charlebois comunica a algunos vicarios apostólicos de Canadá la idea de proponer como  Patrona de las Misiones a la nueva Santa. Recoge las 12 primeras firmas de adhesión. En marzo de 1927 se habían adherido a esta súplica 232 obispos de todo el mundo.
Como resumen admirable de toda esta movida, Mons. Charlebois escribiría a la comunidad del Carmelo de Lisieux: “No quisiera atribuirme todo el mérito. Admito el haber sugerido la idea y de haber dado mi nombre… Pero, por encima de todo, ha sido nuestra pequeña Santa quien desde el cielo hizo bajar su lluvia de rosas, llevando a feliz término nuestro intento. Ella anhelaba ser Patrona de los Misioneros a los que tanto amó y por los que tanto sufrió”.



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